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El passat 19 de novembre va tenir lloc, al Centre cívic, una vetllada de contes per a adults, en el marc de la Setmana Solidària del barri.
L’activitat va anar a càrrec de Quim Noguera, de Vadecontes, i va comptar, al final, amb un fòrum obert de debat, conduït per Gemma Canadell, sobre el contingut dels contes explicats.
Decía el Viejo Antonio que la lucha es como un círculo.
Se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.
Subcomandante Insurgente Marcos
Benedetti, Galeano, Polgar, Subcomandante Marcos… Contes insurgents és un recull de narracions d’escriptors que han decidit lluitar amb l’arma més efectiva que es coneix: la paraula. Una sessió de contes guerrillers i subversius, d’històries compromeses que destil·len crítica, ràbia i humor. No necessàriament per aquest ordre.
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera le diría que se vaya: pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua. En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo un último recorrido por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió unos pasos que lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermos le andaba atrás. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la manó:
– «Decile a… » -susurró el niño- «decile a alguien que yo estoy aquí».
Al preso lo interrogaban tres veces por semana para averiguar «quién les había enseñado eso». El siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de turno arrimaba sus testículos a la horrenda picana.
Un día el preso tuvo la súbita inspiración de contestar: «Marx. Sí, ahora lo recuerdo, fue Marx». El teniente, asombrado pero alerta, atinó a preguntar: «Ajá. Y a ese Marx ¿quién se lo enseñó?» El preso, ya en disposición de hacer concesiones, agregó: «No estoy seguro, pero creo que fue Hegel».
El teniente sonrió, satisfecho, y el preso, tal vez por deformación profesional, alcanzó a pensar: «Ojalá que el viejo no se haya movido de Alemania».
A mediados de 1974 explotaban en Buenos Aires diez o doce bombas por noche. De distinto signo, pero explotaban. Despertarse a las dos o las tres de la madrugada con varios estruendos en cadena, era casi una costumbre. Hasta los niños se hacían a esa rutina.
Un amigo porteño empezó a tomar conciencia de esa adaptación a partir de una noche que hubo una fuerte explosión en las cercanías de su apartamento, y su hijo, de apenas cinco años, se despertó sobresaltado.
«Qué fue eso?», preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo, pero conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: «Fue una bomba». «Qué suerte» -dijo el niño- «Yo creí que era un trueno».
Durant anys, l’escriptor uruguaià Eduardo Galeano ha anat recollint i publicant frases anònimes, escrites a les parets de les grans ciutats. Vet aquí un petit recull:
Sobre la dictadura: Estamos aquí sentados viendo como nos matan los sueños. Cívica: Ayude a la policía: tortúrese! Postdictadura: Se moriran de nostalgia pero no volveran. Reivindicativa: Proletarios de todo el mundo: uníos! Último aviso. Política: Todos prometen y Nadie cumple. Vote por Nadie. D’amor: Como gasto paredes recordándote. Sanitària: La droga produce amnesia… y otras cosas que no recuerdo. Bíblica: Bienaventurados los borrachos porqué veran a Dios dos veces. Inclassificable: Una novia sin tetas, más que una novia es un amigo.
Quim Noguera [quimet(arrova)vadecontes.cat] és veí de i membre de vadecontes.cat