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Desde hace tiempo creo ser consciente que las palabras o los significados que intentamos trasmitir a través de ellas están en constante evolución. Al igual que los paisajes urbanos o rurales, se trasforman constantemente.
Donde había un árbol que daba sombra, hoy hay una farola que arroja luz a una calle… Por donde pasaba un río, hoy pasa una cloaca. Y siendo cloaca, algunos se empeñan en seguir llamándole río. Es ahí donde empezamos a crear la obstrucción de lo auténtico a través de la construcción de algunas palabras.
Ejemplo: ojeamos la Wikipedia, cogemos una palabra y aplicamos según nos conviene su significado, creando en muchas ocasiones un déficit de la verdad.
Es entonces cuando las palabras libertad, democracia, solidaridad, amistad, sinceridad, participación, confianza, amor, lealtad, humanidad, etc… pierden su color natural.
Es por eso que en estos momentos, que nos machacan por todas partes, es más necesario que nunca recuperar la palabra, con todos sus matices, riqueza y compromiso que muchas de ellas comportan.
No nos podemos permitir usarlas alegremente para salir de un problema de una situación embarazosa o simplemente para quedar bien.
Tenemos que ser consecuentes, valientes y responsables, a la hora de utilizarlas.
Solemos hablar de lo que conocemos, a través de nuestras experiencias, muchas de ellas guiadas por libros que hemos tenido la oportunidad de leer y que en algunos momentos de nuestras vidas hemos comentado hasta la saciedad, como paso evolutivo para superar nuestras incertezas.
También en algunas ocasiones recurrimos a citas de grandes maestros de la palabra, que hemos convertido en compañeros de viaje y que nos ayudan a salvar esa extraña sensación de desamparado a la hora de exponer algunos pensamientos.
De esta forma parece ser que damos más autenticidad a las palabras.
Pero tenemos que ser nosotros, apoyados por nuestros principios, lo que dé fuerza a esas palabras y el significado que comportan, acompañándolas siempre con nuestros actos.
Tenemos que ser firmes en nuestras convicciones aunque a veces el precio a pagar sea la exclusión.
No podemos decolorar la palabra pensando en el mal menor, no deberíamos conformarnos con las migajas cuando la palabra es todo el pan.
De lo contrario estamos creando una farsa. Estamos secuestrando el verdadero significado de las palabras.
Ahora dejadme que cuente una experiencia personal, que creo oportuno comentar como ejemplo de todas mis imperfecciones.
En el 2007 yo trabajaba en el Liceu, como técnico de iluminación, combinándolo con trabajos en Canes, París, Madrid y un montón de ciudades más.
En esos tiempos, mi alto ego hacía que fuera estúpidamente intocable.
Que lejos estaba de mis pensamientos que al cabo de unos años las sombras del sistema nos atracarían y que mi posición, mi falsa alta estima, junto con un montón de tonterías más se irían por el desagüe.
Fue como mirar a mí alrededor y percibir que todo había cambiado mientras estaba ocupado con mis ambiciones, mis proyectos, perdido, entre mis miedos, traicionando mis principios y colaborando en la decoloración del significado de las palabras.
Hoy después de aterrizar en el mundo real estoy contento de que me pasaran todas estas cosas. Redescubrí en cierta forma el significado de algunas palabras.
Redescubrí que se tiene que luchar, que no siempre la mayoría tiene la razón, que no vale la pena ilusionar con la palabra, si vas a crear una desilusión con tus acciones.
Redescubrí caminos que terminaron dibujando una olvidada sonrisa en mis labios.
Para finalizar, quiero darle las gracias a este cantautor-hortelano de consciencias al cual tuve la oportunidad de ayudar, junto con otro compañero, montando una pequeña escenografía, creada por él mismo, para la rueda de prensa.
Le ayudamos, saltándonos algunos protocolos del teatro, “que les den a los protocolos, que le den al sistema que crea los protocolos y que les den a los que alimentan este teatro que llamamos sistema”.
Le doy las gracias por su música, que me hizo recordar a posteriori cosas que junto con otras más me ayudaron en algunas decisiones que tuve que tomar, las cuales me permitieron enfocar de nuevo un proyecto de vida.
Es por eso que quiero terminar con él, cuando en el concierto nos recordó a todos los asistentes que aún “Nos queda la palabra”.
Paco Torres és veí de de Ter